Checo kun's real

Bienvenidos a reseñas de anime, estilo cinemanía, con un poco de humor y minimizando el spoiler, con el fin de picarle la colita curiosidad al lector que se pregunta ¿me animo a ver esta serie?

viernes, 4 de junio de 2010

School Days

Título original: スクールデイズ
Le querían poner: Días escolares.
Terminaron poniéndole: School Days
En Galicia le hubieran puesto: Días de instituto
En Colombia le hubieran puesto: Días de cole
En México le hubieran puesto: Cero en conducta

Aviso. Niños menores de edad de la zona del Bajío, pasen por favor por la hoja de permiso de la ilustrísima regidora municipal de León, mente abierta para las formas de expresión de la sexualidad e incapaz de dañar los libros de texto que buscan el ejercicio de la sexualidad responsable.

Tengo muchas ganas de hacer spoiler amplio y detallado de esta serie, pero sí lo hago, le quito toda emoción. Así que, trataré de darles sólo una introducción para llamar su atención.

¿Por dónde comenzar? Ah, sí, era un chico todo tímido y miedoso que salía en metro desde indios verdes hasta universidad y que coincidía con una niña a la que le gustaba mucho... mmm, ¿qué diablos no vemos todos los que viajamos en metro diariamente esa escena? Hasta parece echa en la ciudad de México. Bueno, el caso es que nuestro tímido estudiante Makoto Itou es todo un inepto y cobarde que no se atreve a acercársele a la bella Kotonaha Katsura. Lo único que le resulta es tomarle una fotografía con su celular y atesorar esa imagen como su más valiosa posesión (maldito voyeurista ¬_¬). Lo que no sabe este chaval es que su compañera de escritorio, Sekai Saionji, le ha estado observando (otra maníaca voyeurista) y de buenas a primeras, le dice que le va ayudar para que se acerque con Katsura-san. Entonces, la atrevida Sekai, hace el papel de Madre Celestina para que estos dos tímidos e inocentes tórtolos se conozcan. Y entonces sucedió... ^_^

Sucedió que Makoto y Kotonaha se gustan de inmediato, que sólo les daba pena verse (quema mucho el sol), y de ahí comienzan una... una... una serie de eventos desafortunados. Si pensaron que la Celestina no iba a cobrar, pues no, le roba un beso al inocente Makoto, pero eso, sólo es el principio, porque toda una jungla de chicas en realidad están tras los huesos de aquel cobarde.


La Celestina robando el beso a su cliente

Así que, este pequeño incidente, desata todo un problema de pasiones que llegan a extremos inusitados. Se los pongo así: celos, traiciones, y violencia más aterradora que en una película de Tarantino, al grado de que el último episodio, fue vilmente cortado en su emisión en Japón (en donde, para variar, hubo un acontecimiento similar al narrado en ese capítulo). El final... el final es inolvidable, por dónde le vean. Terrorífico, pero dificil de olvidar.

Kotonaha y Sekai... de alegres comadres a enemigas sin piedad


¿Cuál es la gracia de este tipo de series? ¿Se trata de hacer una apología de la violencia doméstica? Por supuesto que no. A decir verdad, la realidad (hablando de las relaciones familiares y/o de pareja) resulta mucho más escalofriante, sin importar el medio social o el país, o incluso, si se trata de una pareja heterosexual u homosexual. El amor, también mata. O al menos, las pasiones sin control, el chantaje, y la coacción sí. Hay quienes necesitan esta dosis de adrenalina para funcionar. Y por supuesto, los extremos, nunca traen cosas buenas. Cuando uno se enfrenta a este tipo de situaciones, si no mete el freno a tiempo, irremediablemente se estrella. Así es el desarrollo de esta historia. La polémica en torno a la violencia no es mostrarla sin tabúes en una serie de televisión, sino que desenmascara nuestros apetitos sexuales más ocultos,entiéndase, nuestro aspecto dinosáurico, todavía presente en nuestros cerebros (quienes reconocen la teoría de la evolución y el psicoanálisis y no el cuento de Adán y Eva saben a qué me refiero), es decir, el ello freudiano. Por eso, hay que ver este tipo de serie como lo que son, una historia de ficción, y a decir de muchos, la ficción no alcanza a mostrar que la realidad es mucha veces más desgarradora y perturbadora que la imaginación del escritor más febril y creativo.

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